¿Ayunar en pleno S.XXI?

febrero 22, 2021



El ayuno ha sido una práctica que se ha instaurado de forma milenaria por diferentes motivos, entre ellos, el principal ha sido el encuentro personal con Dios. A lo largo de la historia han existido muchos enigmas y cuestiones por resolver con respecto a el bien o al mal que puede causar en la salud de quien lo practica pero contrario a lo que creemos en la actualidad, donde permanecemos en un mundo globalizado en donde la subalimentación crece con 821,6 millones de personas afectadas en 2019 mientras que más de 100 millones de personas sufren la forma más grave de hambre y 143 millones están a punto de llegar al mismo estado crítico, el ayuno no sólo es una forma de contrarrestar las enfermedades causadas por el sobrepeso o la obesidad sino que también es una posibilidad de entender en el propio cuerpo, la necesidad de los que no tienen que comer y abrirse a la caridad constante y no sólo a una por costumbre.

Ahora bien, el tema en el que nos vamos a enfocar es ¿Para que sirve un ayuno?, el ayuno en sí mismo sin oración, no cumpliría con su sentido esencial, podría llamarse dieta o régimen alimenticio restrictivo pero no ayuno porque no tendría un objetivo primordial que es encontrarse profundamente con nuestro Creador. Un ayuno unido a la oración no sólo puede alcanzar sanaciones físicas sino también sanaciones espirituales y emocionales, y más allá de esto, tiene un poder de alcanzar gracias extraordinarias por una sencilla razón y es porque cuesta mucho trabajo, esfuerzo y renuncia; precisamente por eso es una de las mejores ofrendas para Dios.

Puedes entregar dinero del que te sobra, tiempo del que dispones con libertad, pero entregarte Tú es dar un paso más de amor ¿Y por qué digo que es entregarte Tú? Porque San Juan Pablo II en sus más de 100 catequesis de Teología del cuerpo explica que no tenemos cuerpo, sino que somos cuerpo, a través del cual volvemos visible lo que es invisible en nosotros (el alma espiritual), por esto, los frutos del ayuno son incalculables, van desde una petición familiar de reconciliación, la sanación de un enfermo o la intercesión para detener una guerra o al menos para aplacarla; y aún más hondamente, produce la posibilidad de entender el mundo sobrenatural que nos rodea que por estar tan apegados a las cosas de la tierra nos consumimos en nuestros problemas materiales y nos olvidamos que nuestro hogar y fin último es el cielo, es decir, una eternidad al lado de Dios o lejos de Él y ¿Cómo esperamos permanecer infinitamente al lado de alguien a quien no conocemos?

¿Y qué tipo de ayuno debo seguir? Vale aclarar que el ayuno del que hablamos los católicos es a pan y agua ¿Y por qué pan y no papa, yuca, arroz o arepa? La respuesta es muy simple, porque Jesús es el Pan Vivo bajado del cielo, y porque la Sagrada Eucaristía en la que sabemos que está Jesús presente por el milagro de la Transubstanciación en la Santa Misa, está compuesta de pan; pero dentro de este misterio que sigue siendo insondable para nosotros nos podemos preguntar ¿Cómo es que un Dios tan grande puede entrar en algo tan pequeño? Lo puede hacer porque es Todopoderoso pero más allá de eso, lo hace para que ya no seamos nosotros quienes vivamos sino Él quien viva en nosotros y así ser otros Cristos en la tierra.

Sor Isabel de la Trinidad hablaba siempre de "mis tres", de la Inhabitación de la Santísima Trinidad en su corazón y es necesario entender que nosotros en nuestra pequeñez desaparecemos en la creación de Dios porque somos tan diminutos comparados con su universo que desde la altura de un avión ya somos completamente imperceptibles pero Dios se hace aún más insignificante para no sólo entrar dentro de cada ser humano que es su hijo muy amado sino para llegar a ser Todo en cada alma y que su sangre divina restaure tantos daños y heridas, que el pecado, el mundo y la carne misma han causado.

Por eso, con respecto a lo anterior, se pide el ayuno principalmente en el tiempo de cuaresma, porque sólo se puede desterrar al "Hombre viejo" que vive dentro de nosotros, junto con todos nuestros vicios, tendencias y defectos, con ayuda de la gracia de Dios la alcanzamos principalmente en el sacramento de la eucarística, con la oración profunda, con las pequeñas mortificaciones diarias que nos presenta nuestra vida cotidiana ofrecidas por la salvación de las almas y con los ayunos, que la Virgen en Medjugorje ha pedido que no sólo sean en cuaresma sino todas las semanas, miércoles y viernes; ¿Entonces la Virgen nos pide que nos enfermemos? Nada más contrario a la verdad, sabemos que las personas que están enfermas no necesitan ayunar porque ya tienen suficiente sufrimiento con las vicisitudes de su padecimiento, y los que están sanos les favorecerá en el proceso de la autofagia, que es cuando las células se comen sus propios desechos, puesto que todos necesitamos períodos de nutrición y crecimiento, pero también períodos de abstinencia para la regeneración celular.

Por último, te tengo una pregunta ¿Tú también te animas a ayunar por el reino de los cielos? 

Que la gracia del Señor siempre te acompañe,

Con toda el alma,

Luisa María.

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