UN DIÁLOGO DE AMOR, DE CORAZÓN A CORAZÓN ❤️
abril 16, 2021
La Oración es La Perfecta comunicación con aquel que no se cansa de escucharnos.
Que agradable se nos vuelve hablar con alguien que está dispuesto a escuchar sin juzgar, sin prejuicio alguno, pero cabe resaltar que no todas las personas buscamos a Dios con la misma intensidad. En esto podemos hablar de los grandes padres de la Iglesia, de las personas que literalmente no viven sin oración y es ahí donde encontramos un sentido a todo esto.
LA ORACIÓN EN LA VIDA CRISTIANA SEGÚN EL CATECISMO DE LA IGLESIA CATÓLICA # 2558
«Este es el misterio de la fe. La Iglesia lo profesa en el Símbolo de los Apóstoles y lo celebra en la Liturgia sacramental, para que la vida de los fieles se conforme con Cristo en el Espíritu Santo para gloria de Dios Padre. Por tanto, este misterio exige que los fieles crean en él, lo celebren y vivan de él en una relación viviente y personal con Dios vivo y verdadero. Esta relación es la oración».
Dice Santa Teresita del Niño Jesús, proclamada Doctora de la iglesia (1925) por San Juan Pablo II.
«Para mí, la oración es un impulso del corazón, una sencilla mirada lanzada hacia el cielo, un grito de reconocimiento y de amor tanto desde dentro de la prueba como en la alegría» (Santa Teresa del Niño Jesús, Manuscrit C, 25r: Manuscrists autohiographiques [Paris 1992] p. 389-390).
¿POR QUÉ ORAR?
Para esta ocasión hablaremos acerca de lo que es la oración y de cómo ésta nos impulsa de una u otra manera a tener una intimo relación con Dios.
Orar es hablar con Dios y en ese dialogo me encuentro yo con mi creador, con aquel que me conoce más que nadie, y como mencionaba arriba, con el cual tengo la completa seguridad que no me va a juzgar.
Vemos el pasaje bíblico (San Juan 7:53 – 8:11) a Jesús con la mujer adultera, a la cual querían apedrear para poner a prueba a Jesús, y podemos deducir que: El único que podía juzgarla, quien conocía todo su pecado, la defendió y la amó.
En ese encuentro de padre con su hija, entendemos explícitamente que el amor de Dios no conoce barrera alguna, que, si tú hijo o hija lo buscas, entablas una relación con Él, hallarás toda la felicidad que necesitas, y ¿por qué felicidad? Sencillamente porque a muchos nos pasa que al hablar con cualquier persona a la cual le tenemos confianza nos colmamos de una paz inexplicable que se siente en el corazón. Poder desahogarnos es una gracia que no encontramos en todo lado, y qué más que hacerlo con Dios, que sea Él quien seque tus lágrimas y te levante de nuevo, te rescate de una u otra manera de la miseria.
Volver a Dios y retomar nuestra vida de oración en muchas ocasiones se nos vuelve un poco difícil, y empezamos a ver a Dios como en un juicio, preguntándonos ¿Qué va a pasar si mi pecado me ciega de su amor? ¿y si no me perdona? ¡Vaya sorpresa! La que nos llevamos cuando entendemos que ese no es Papá, que como el hijo prodigo (San Lucas 15:11-32) volver a sus brazos sí es una opción. Lo primero que éste hizo fue entrar en un dialogo con su padre, en forma de arrepentimiento y ahí entra una de las maneras en las que podemos hacer oración, buscando en primer lugar la reconciliación.
Cuando pedimos perdón reconocemos que somos débiles, que nuestra humanidad corrompida y el ruido del mundo nos ha atrapado, nos ha hecho esclavos de nuestra propia miseria. Pedir perdón es el primer paso para sanar, en esto hay algo bastante clave, sanando tu relación con Dios es muchísimo más fácil volver a él.
En las siguientes citas bíblicas vemos como algunos personajes buscaban a Dios por medio de la oración, también para aprovecharle como un medio para pedir por algo o por alguien.
San Lucas 11:15 «El padre celestial dará el espíritu santo a quienes se lo pidan».
San Lucas 18: 10-14 «Oh Dios ten compasión de mí que soy pecador».
San Mateo 25:8 «Velad, pues, porque no sabéis ni el día ni la hora».
De esta forma si nos adentramos en estas lecturas nos damos cuenta de que todo lo que querían ya fuesen los hombres, los fariseos o los cobradores de impuestos; era llevar a cabo una conversación con su Dios, crear relación.
En (San Marcos 1,35) “De madrugada, cuando todavía estaba muy oscuro, se levantó, salió y fue a un lugar solitario y allí se puso a hacer oración.” Podemos ver como el mismo Dios oró a su padre, y ahí nos adentramos al gran misterio de la oración, porque ha existido desde siempre, y es una necesidad que humanamente tenemos.
Cuando acudimos a Dios para hacer una petición o súplica debemos tener en cuenta estos tres parámetros:
En ese orden de ideas, realmente cuando necesitamos algo y sabemos que, si es para el bien de nuestra alma, nos volvemos como esos niños pequeños que le piden a su padre un dulce o un juguete, insistimos hasta el cansancio. En medio de eso, reconocemos nuestra pequeñez y la grandeza de Dios, ahí ejercemos de una u otra manera la virtud de la humildad, reconocer que el lo es todo y nosotros somos nada. Confiar en Él una vez recitada la oración, si es para el bien de nuestra alma estamos completamente seguros de que no nos dará nada que nos perjudique sino, por el contrario, nos brindará las herramientas para alcanzar junto con su ayuda aquello que necesitamos.
La oración la podemos hacer de tres maneras: Vocal, meditada, y contemplativa. Cuando queremos escuchar la voz de Dios aplicamos estos métodos: de manera vocal podemos alabarlo y bendecirlo, a través de nuestro canto. La meditación es ese abrir del corazón a la voz de Dios, y podemos Contemplar a Dios en el sagrario, en una canción, en las sagradas escrituras. Hacer vida aquello que me llega al corazón de su parte. Una frase muy linda que me encontré una vez fue: "Dios habla muy pasito" y realmente es así, para escucharlo debemos limpiar nuestros oídos espirituales, y acallar el ruido del mundo que nos impide prestarle toda la atención que debemos.
“Conviene orar siempre y no desfallecer” nos dice (San Lucas 18:1) Las personas que llevan un camino de conversión, han podido experimentar que en sus vidas Dios se ha revelado de diferentes maneras, en ese convenir me encuentro alertado de una u otra forma a hacer que la oración forme parte de mi vida, es como si tomáramos ese hábito, para el bien de nuestra alma. Cuando el señor nos menciona que no desfallezcamos hace un pequeño énfasis en que muchas veces nosotros pedimos y pedimos y si no tenemos una respuesta a corto plazo, es ahí cuando tendemos a desesperarnos y dejamos de orar. Esa invitación que Él nos hace nos lleva a mirar que Dios es capaz de todo, y que debemos confiar plenamente en Él; más allá de que lo que yo estoy pidiendo me perjudique en un futuro, he de tener claro que, si es el caso, no es lo que él quiere para con sus hijos a quienes ama con amor eterno.
Ahora, quiero presentarles con mucho cariño y total confianza un pequeño testimonio que tengo con la oración. Desde hace años Dios se ha robado por completo mi corazón, y esta comunicación de padre e hija crece cada día más.
Empiezo por contar que hace 10 años, más o menos, a mi mamá le detectaron unos ascus en el útero que posiblemente eran cancerígenos. A mi edad, que en ese tiempo serían 8 años, me encontraba en una etapa de mi vida en la que no conocía mucho de Dios, ni de la oración claramente, era una niña que iba a comenzar su proceso de preparación para la primera comunión sin pensar en ningún momento entrar a la iglesia a servir.
Al pasar de los días, mi mamá visitaba mucho el hospital, y siempre llegaba a casa preocupada, yo lo sentía mucho, si entraba a la habitación la veía junto con mi papá llorando desconsoladamente, en medio de todo eso el Doctor le informó que le iban a practicar una biopsia, y literalmente nos sentíamos bastante mal. Yo no entendía muy bien todo esto que estaba sucediendo, pero sí le preguntaba a mi mamá llorando que si se iba a morir y me iba a dejar sola, ella con algunas lágrimas en sus ojos me decía que no, que todo iba a estar bien.
En medio de toda nuestra preocupación, estuve una tarde sola en casa creo que, porque todos estaban trabajando, y prendí mi Tablet queriendo buscar en YouTube alguna oración de sanación, es decir a mi corta edad muy en el fondo sentía esa necesidad de buscar a Dios y pedirle a Él por mi mamá. Es un poco extraña, e incluso cándida, la manera en que la busqué, fue la siguiente: "oración de sanación para que mi mamá no tenga cáncer". No sabía realmente como buscarla, solo me dejé llevar por lo que sentía y era una gran tristeza, no puedo describirla sinceramente.
Recuerdo que la oración duraba 1 hora, y ese tiempo estuve ahí en el borde de mi cama arrodillada escuchándola y haciendo oración mental, como que repetía o algo así.
Al otro día sería la biopsia de mi mamá, y el doctor la llamó para decirle que no era necesario realizarla porque no había peligro alguno. Me enteré porque mi papá se encargó de contármelo por llamada llorando, diciéndome que había sido un completo milagro, que mi mamá estaría mejor. Luego llegó ella a casa y me abrazó tan fuerte que de verdad no lo olvido, recuerdo ese abrazo como si el mismo Dios me estuviese confirmando que para Él no hay nada imposible, pero es cierto que a mi corta edad yo no lo entendía muy bien.
Hasta el día de hoy puedo decir que Dios es demasiado grande, misericordioso y un papá de verdad, me lo imagino viendo a su niña de 8 años pidiéndole desconsolada que sanara a su mamá, y es una imagen que puedo hacerme hoy día.
Finalizo diciendo que de verdad la oración es un arma tan poderosa que humanamente no podemos llegar a imaginar su magnitud y haciendo una pequeña invitación para todas las personas que pudieron leer este pequeño fragmento, a que comience aunque sea poco a poco a llevar una vida de oración plena, recordando que Dios no se cansa de escucharnos, que siempre está ahí y no nos ha de dejar solos.
Si no sabes lo que es bueno, ora, has la prueba y verás, así como yo lo vi, que bueno es el Señor.
4 comentarios
Me encantó tu testimonio. Que Dios te siga bendiciendo y consintiendote de esa forma Vane, un abrazo :D
ResponderBorrar¡¡Amén!! Dios te pague por leerlo!
BorrarOtro abrazo para tiii.
¡Wow! Amé ese testimonio.
ResponderBorrarGracias por leerlo herma! Un abrazo enorme.
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