octubre 06, 2021

 

Madre Católica y su papel en la Sociedad



La dignidad de la mujer, sin importar su acción, es la misma que la del hombre.  Sin embrgo, posee características propias inspiradas por su naturaleza. 

Dentro del matrimonio  estás características  especiales, del hombre  y de la mujer,  son necesarias para la formación  de la familia.

Es por eso que nos  encontramos  con una característica  esencial de la mujer,    que es la maternidad y no sólo  biológica  sino espiritual. Dicha característica  se nos da, a partir de nuestra  esencia tanto física  como espiritual,  de llevar dentro de nosotros a los demás, en nuestro  corazón, en nuestra mente  y sobre  todo en nuestro  vientre. 


Sin embargo,  la actualidad  nos muestra  una mujer que se debe revelar a esta esencia. Rechazando  el velar por los demás  y más  grave aún,  el no hacernos responsables  de ellos, despreciando así incluso, el fruto de nuestro vientre. 


Se nos olvida, sobre todo a las Católicas o a las que nos casamos bajo el rito católico, que tomándonos de la mano, viéndonos a los ojo dijimos en voz alta, estar dispuestos a recibir de Dios responsable y amorosamente los hijos, y a educarlos según la ley de Cristo y de su Iglesia. En cambio pareciera que recordamos  que sólo  tendríamos  a aquellos a quienes nos alcanzara llevar de vacaciones, o a quienes pudiéramos meter en escuelas particulares  de alto rendimiento, a quienes cupieran  en la selfie. 


Se nos olvida que parte de nuestro  quehacer en la Sociedad  es la crianza responsable  de nuestros hijos.¿ Y por qué  se nos olvida? Porque  nos hemos dejado llevar por la neblina suave del feminismo actual, ese feminismo  que sangra sus vientres y expone sus pechos, es el mismo, que nos grita EMPODERATE MUJER.

¿Qué es empoderamiento?


Empoderamiento  no es algo más  que independencia, y muchas católicas  lo usamos incluso sin saber su significado, como un adjetivo más  a la mujer, empoderamiento  libertad. 


Pero, ¿De quién  o de qué  somos presas las mujeres para gritar por empoderamiento? 

Pues del marido, de los hijos, del quehacer de una casa, del mandado, de los gastos, de los pagos, de las enfermedades, del andar bien y de buenas y eso muchas veces sólo  se logra vistiendo bien, salir con las amigas, desahogarnos de “la carga mental”. 


Para lograr  dicho empoderamiento, salimos de casa, muy temprano, a buscar un sueldo y un reconocimiento  que se queda corto con lo que hacemos, que no es suficiente  más  que para pagar  una casa vacía, una señora que  nos ayuda en la casa y que conoce más  a nuestros  hijos que nosotros mismos, una guardería  con horario extendido  en donde entregamos  a los hijos dormidos y esperamos recogerlos igual, a pero eso sí, yo tengo mi dinero y no me mantiene mi marido. 


Bonito detalle, olvidar que en aquella pomposa boda el hombre prometió al dar las arras, que no faltaría lo necesario el hogar. Y la mujer, sin condiciones las recibió en señal del cuidado que tendria de que todo se aproveche en el hogar. Nunca juramos trabajar hombro a hombro para satisfacer las necesidades y gustos  de cada uno porque con un sólo sueldo no es suficiente.  
Pero lo que pasa en las bodas se queda en las bodas.


Así  como los matrimonios  tememos una infidelidad, de la misma forma deberíamos temer, el asumir el papel del otro, o lo que es peor, el minimizarlo y buscar con nuestros medios aquello que no satisface  nuestro  cónyuge. Suena horrible  y se vive  peor. 


Queremos influir en la sociedad, lograr el bien común  en las futuras  generaciones, regresemos al hogar, madres católicas, no nos es lícito permanecer  ausentes de nuestro hogar. 


Hay mucha casuística  en temas de cuántos  hijos debemos tener y cada cuando, mucha casuística  en las decisiones de cada familia  para que ambos trabajen. Pero también  hay mucha mediocridad  maternal que prefiere que alguien  más  vele por sus hijos, mientras  nosotros buscamos nuestra realización. 


Para todas  aquellas  que  sienten inquietud  por la maternidad, no lo hagan si no están dispuestas criar a los hijos y a tener muchos, puesto que en el don, va el juicio, es decir, a las que somos  madres se nos juzgará por la cantidad  de hijos que dimos a Dios. 


Ejemplos de santidad Maternal.

Para evidenciar más lo que como mujeres debemos aspirar dentro de la maternidad  católica, mostremos algunos ejemplos.

La Virgen María, se anonadó para dar Gloria  a su Hijo. Nunca quiso ser más  que su Hijo, y Dios la Coronó  sobre todas las criaturas, Santa Giana Bereta, murió  al dar la vida a su hijo, Santa Mónica, con sus lágrimas alcanzó  la conversión  para su hijo San Agustín, Beata Concepción(Conchita) Cabrera de Armida, madre de 9 hijos, llevó un apostolado excepcional sin descuidar nunca a sus hijos a quienes cuidó y procuró ella sola cuando su esposo murió, siempre abandonada a la Divina Providencia.  

Tenemos miedo de dar hijos al mundo ya que este mundo cada vez esta peor, y nos dejamos llevar por el "en qué clase de mundo van a vivir mis hijos", se nos olvida que nuestra misión de madres es mucho más sublime, la de poblar el cielo. 

Dejemos en manos de Dios el destino mundial en el que viviran nuestros hijos, pero trabajemos para dar al mundo unos excelentes ciudadanos. 

En nuestros tiempos no hay mayor bendición y rebelión contra un sistema opresor, que ser madres de familia, lo seamos de sangre o de espíritu. 

Realcemos la santidad en la maternidad que sin ella no llegaremos al cielo. 






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