¿La Cruz de Cristo es Gloriosa o maldita?

marzo 30, 2021

 Estamos en la Semana Santa y sé que muchos nos hemos preguntado ¿Pero cómo es posible que celebremos el brutal asesinato del hombre que más nos ha amado en el mundo? Pero la respuesta es simple... En el instante en que el rey de los judíos, Jesús de Nazaret, verdadero Dios y verdadero hombre fue clavado en ese madero en lo más alto del monte Gólgota, su mensaje fue claro y conciso: 'No importa lo que hayas hecho, mi misericordia es más grande, sólo necesito de tu arrepentimiento y de tu deseo de querer estar a mi lado en la tierra y por toda la eternidad, de lo demás mi gracia se encarga'.

Jesús se puso en el lugar de los malditos para hacernos benditos pues no solamente nos abrió las puertas del cielo sino que nos devolvió la dignidad de hijos de Dios ¿Te parece poco ser amado por el dueño de lo visible y lo invisible? y cada Semana Mayor nos recuerda su dolor... Cuánto tuvo que padecer para dejar hasta la última gota de su sangre por nuestra salvación; hoy quiero dejarte la posibilidad de ir al Santísimo y darle las gracias a Jesús y si de pronto no te salen las palabras, léele este poema, que al menos Tú consueles su Sagrado Corazón que ha sido tan herido no sólo con el odio sino también con la indiferencia. 


"Gloriosa Cruz

Mi Jesús, ¿En qué lugar estás bañado de sangre y más radiante que el sol?
¿Dónde te hallas más fuerte que un león y más débil que un cordero llevado al paredón?
¿Dónde se une más el amor y el dolor en un mismo cuerpo que revienta en su fulgor?
¿Dónde se besan el cielo y la tierra más que en tu Gloriosa Cruz, fuente de nuestra redención?

Y es que no fueron los clavos ni los latigazos ni las burlas lo más desgarrador,
Tampoco lo fue tu silencio absoluto ni la corona de espinas que tu cabeza hirió,
No fueron las voces de tu pueblo enfermo que a gritos decían "Crucifíquenlo",
Ni tu cuerpo que convulsionaba de espasmos por el peso de tus miembros contra tu corazón.

Ahora entiendo por fin lo que le dijiste un día a Santa Margarita María de Alacoque,
"El calvario y mi muerte fueron la representación externa de lo que toda la vida guardé en mi interior",
Que incalculable amor el tuyo que te has vuelto un sacrificio imparable en cada transubstanciación,
Porque preferirías volver a morir un millón de veces más que nuestra condenación.

Qué martirio el tuyo y que poco mi valor,
Pues te fallo tanto y al sufrimiento le temo con temblor,
Que poco merezco ser tu hija y aún así aquí me tienes porque me miras con compasión,
¿Cómo lograste perdonar lo que no tenía perdón?

¿Cómo contemplar al que traspasaron sin sentir contrición?
Por todas las veces que fui yo la que inhumana y brutalmente te asesinó,
Y que aunque sé que tu misericordia ya todo lo ha borrado y todo lo olvidó,
Vuelvo a lastimarte a diario y sin un gramo de compunción.

Que ingratitud la mía y que heroica tu paciencia que no reprocha mi acción,
Porque todo lo ruin y miserable, con ternura lo desapareces en una confesión,
Y nunca rechazas una plegaria hecha desde el alma con arrepentimiento y clamor,
Que grande eres y como te has humillado por este ser tan inferior.

Que tortura el quedarte a sentir la indiferencia de generación en generación,
¿Cómo es que no vivo para amarte y reparar tanta incomprensión?,
Cómo te dijo Sor Isabel de la Trinidad, "Quiero ser alabanza y adoración",
Y quedarme un rato más a los pies del que todo lo entregó.

Que hubiera sido de ti Mamá si no te hubiera sostenido Dios,
Y que habría sido de Juan si no hubiera estado a tu lado en el escenario más atroz,
Que habría sido de Magdalena si no hubiera estado al pie del hombre que la rescató,
Porque fue la oveja perdida que tanto buscaste Jesús como buen Pastor.

¿Qué habría sido de mí si no hubieras entregado a María en el culmen de tu pasión?,
Porque en tu eternidad ya pensabas en todos los hijos que lucharían por vivir su consagración,
De ser completamente tuyos y no dejarse ganar por la tentación,
De liberar a sus hermanos presos del pecado y la perdición.

Que privilegio ha sido conocerte Rey de todo tiempo y de la muerte vencedor,
Sólo necesito de tu Santo Espíritu pues todo lo demás a ti lo retorno Señor,
Dame la gracia de quedarme en tu costado aunque sea en el más pequeño rincón,
Quiero seguir en el combate de la fe aunque sea la soldado más inútil de tu batallón.

Ven y báñame con el agua viva para vestirme de esperanza y abnegación,
Y que nunca deje de besar tus heridas que son el manantial de mi sanación,
Porque mi espíritu enfermo contemplándote ha alcanzado su liberación,
Y no tengo otra forma de agradecerte que poniendo mi existencia entera a tu disposición."


Te invito a que vivas esta pascua diferente, entrégate por completo a Dios que de seguirlo nunca te arrepentirás.


Con toda el alma,

Luisa María







You Might Also Like

0 comentarios

YouTube

suscribite